miércoles, 24 de diciembre de 2014

Tras tu mirada

Entre el frenesí del tiempo,
lo efímero de la distancia 
tu mirada de sublime pureza
trastocó mi alma, 
cual rayo que penetra al árbol hasta sus entrañas.

Y estabas allí, serena... con el sol de la tarde que envidiable,
besaba tu cabello
imagen perfecta / divina...

Presencia que inspira, la serenidad de tu semblante, 
la tranquilidad de tus labios carmesí 
y sobre todo: la mirada sublime que proyectan tus ojos... 
cual ventanas de hermosos cristales, que sin hablar, dicen tanto... 
mirada que me penetra hasta lo mas hondo,
trastocando mi alma e invitándola a conocer la tuya... 

Mirada sublime que invita a danzar, a cantar, a reír...,
mirada que transforma toda oscuridad en luz. 

Labios de seda que cantan amor...

Pero es tu mirada, la que me ha abierto a tu corazón.
Pues más que una mirada, más que tus labios de seda...,
es el cantar de tu alma...
el danzar de tu ternura...
la fortaleza de tu espíritu. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Compasión

No podría definir racionalmente una acción altruista. Pero podría decir que: 

Un buen día un hombre del cual se sabia era uno de los más terribles tiranos de la región, mientras cabalgaba a la orilla de un río de salvajes corrientes, calló repentinamente del caballo hacia estas aguas, mucha gente al percatarse, le miraban con recelo y con una expresión de alegría, sin embargo nadie acudió a su llamado de auxilio.
     Cuando de repente, un hombre atado de la cintura con una cuerda, saltó a las aguas tumultuosas y una vez aferrado a aquel hombre semiconsciente, se arrastró hacia la orilla del río. Rápidamente trató de reanimarlo y cuando recobró el conocimiento, le preguntó al campesino: 
--¿Por qué me salvaste? ¿Por qué no me dejaste morir? 
--Tú mataste a mi esposa --contestó el campesino-- y no sabes cuanto daño me hiciste. Yo no te salvé a ti, sino a un hombre que agonizaba y sufría tanto como yo padecí.
    Una vez dicho esto emprendió su camino hasta perderse en la distancia silenciosa de la tarde.

domingo, 21 de septiembre de 2014

...todo comenzó

¡Y todo comenzó con una chispa... Hasta que el llano, ardió en llamas, los océanos se evaporaron, tu cuerpo y el mío, en una sola piel se fundieron!

domingo, 7 de septiembre de 2014

"Cuando dos corazones se besan"


Era la mañana semilluviosa y allí entre muros escarlata, él, mirándola, le preguntó:
  
--¿Puede mi corazón, besar tu corazón?

Ella, con la mirada juguetona y con una vos ligeramente desconcertada le cuestionó:
 
 --¿Y cómo..., cómo es que dos corazones pueden besarse? 

El silencio los devoró de inmediato y el ascensor siguió bajando.

Cuando dos corazones se besan --susurró él-- todo se detiene, todo cesa, el instante presente de condición efímera, se eterniza.

Y de pronto él, hundiendo sus dedos entre el suave cabello de ella, la besó hasta diluir sus labios, hasta evaporar su aliento, hasta ser dos corazones que se besan, hasta ser vacío..., eternidad.

martes, 2 de septiembre de 2014

*Taciturnos*



Taciturnos amantes 
amorosos inusuales 

Entre palabras / sonetos / versos...
un par de secretos
su historia se va escribiendo. 

Entre abrazos / sonrisas / besos
uno a uno se van fundiendo 

De las fauces de arpías 
voces frías 
se resguardan, pues no sólo hablan:
matan

lunes, 1 de septiembre de 2014

*Tras el espejo*



Y sobre todo, era la distancia 
con su osadía lo que nos separaba 
un par de mensajes perdidos...
revoloteantes en el limbo 
a veces correspondidos
muchas otras devorados por el
                                       [olvido]

Pero estabas allí: tras el espejo
sonriente como siempre 
con el pudor al desnudo...

Con el labial de sangre, tus labios: 
manantial de besos ardientes 
devoras, no sólo mi boca
sino mi existencia entera...

Incrédula mirada del ojo mecánico 
que envidiable te capta / te atrapa / te contiene en la más pura y perfecta
                                           [desnudes

y estás allí, sin el maquillaje de tu
                                               [cuerpo
sin la asfixiante vestidura del
                                               [deseo,
solo tú en tu más perfecta naturaleza 
con sensual armadura resguardando
                                              [tu sexo 
tras un tenue rasgo de pudor
la dulzura suave y firme de tus senos
se resguardan / se abrigan / se ocultan celosos de mi mirada... 

¡Oh! Mujer... Que me aguardas en tus recuerdos y te muestras tras el espejo...

Un llamado de nuestros corazones 
que palpitan, platican lo tanto que se tienen, que se necesitan... Pues la historia clandestina, no se olvida 
ni aún termina...

martes, 15 de abril de 2014

La percepción como punto de partida en el conocimiento según Platón

Antonio Martínez Ortega 

Introducción.

La presente investigación fue hecha con un gran agrado, pues el tema que en él expondré me genera una gran atracción, tanto por su importancia en la historia de la filosofía, así como también en mi vida personal.
          Esta investigación estará situada en la filosofía griega, centrada específicamente en la Teoría del conocimiento de Platón que se localiza especialmente en tres diálogos y en dos pasajes del libro VI y VII de la República del mismo autor. Aquí, donde se gestan supuestos clave para sostener su teoría respecto al conocimiento, supuestos como el método dialéctico, la teoría de la reminiscencia, el método mayéutico y la Teoría de las Ideas.
          El problema central que en esta investigación expondré parte de de la pregunta por el ¿cómo es que conocemos según Platón? A ésta, como respuesta tentativa puedo decir que partimos de las percepciones y, de manera ascendente hasta alcanzar la sabiduría.
          Cabe mencionar que el siguiente trabajo es de carácter meramente expositivo, y para ello, comenzaré por exponer sobre la metafísica platónica, que se divide por un lado en: dualismo ontológico, y por el otro en: dualismo antropológico, enseguida expondré la naturaleza del alma y la del cuerpo, los dos mundos en que se divide la realidad, los cuales son: el mundo sensible y el mundo inteligible y posteriormente pasar a la definición de conocimiento y sus implicaciones, como la teoría de la reminiscencia, el método mayéutico y la dialéctica.
          Siguiendo así con los tipos de conocimiento: episteme y doxa; y en seguida con la exposición de los distintos grados de conocimiento. Para concluir con el papel que juegan las percepciones en el ascenso del alma a la sabiduría.
          Para la exposición del problema arriba mencionado, utilizaré sólo las fuentes primarias de Platón que se enlistan enseguida: Fedón (la versión que uso en este caso es un libro digital), La República (la traducción de Antonio Gómez Robledo), Menón y Teeteto Traducidos por Ute Schmidt.
          Debe tomarse en cuenta que la principal limitación para esta investigación es la del idioma, pues si bien, no hablo griego.

  
          

Como ya sabemos, Platón ha dejado una gran huella en la historia de la filosofía, y me atrevo a decir que aún más allá de ésta, pues las tesis que en sus diálogos se exponen y debaten, dieron vida a una nueva forma de filosofar, y de mostrar que la filosofía no es una disciplina más, sino una forma de vida.[1] Y es en esta línea, el de la metafísica, en donde se anclan tesis vitales, en especial, la que refiere a la Teoría de las Ideas, siendo ésta la espina dorsal de su Teoría del conocimiento.
          De esta manera la metafísica platónica resulta fundamental, para poder entender su filosofía y, en este trabajo, concretamente su Teoría del conocimiento. Ya que en esta área de la filosofía, cobran mayor importancia temas como, la inmortalidad del alma[2], la virtud, la reminiscencia, la teoría de las Ideas, entre otros. Justamente ésta última implica la bifurcación de su metafísica dando vida al ya conocido, dualismo ontológico y por el otro lado, al dualismo antropológico. Es en este dualismo ontológico donde se encuentra inserto el Mundo Inteligible; pero, ¿qué es este mundo inteligible, y en dónde se halla? Y ¿qué relación tiene con la pregunta por el conocimiento?
          Platón, en su recorrido por dar cuenta sobre, qué es el conocimiento y cómo se adquiere éste –tema que justamente iré desarrollando a lo largo del presente trabajo- observa la imperfección de este mundo, el devenir de las cosas, así como la finitud de las mismas, y dado que, el conocimiento no puede versar sobre estas cosas, ni mucho menos el alma, -cuyo motivo se explicara más adelante-. Llega a concebir un mundo Ideal: el Mundo Inteligible, donde se halla la verdad de las cosas, la idea de cada cosa sensible; así como la idea de Bien, y es esta idea de Bien es, “[…] lo que comunica la verdad a los objetos de conocimiento, y lo que confiere al sujeto cognoscente la respectiva facultad […][3] Empero, no debe confundirse, el saber y la verdad de las cosas, con el Bien en sí, esto es, que la idea de Bien, no es lo mismo que la verdad de las cosas, “[…] pues no sería acertado pensar que uno u otro sean el bien, ya que debe atribuirse un valor mayor aún a la naturaleza del bien.”[4]
          Por otro lado, las ideas que se hallan, en este Mundo Inteligible y que participar de otra idea aún más superior, son la esencia verdadera de las cosas sensibles, es justo lo que el alma a través de la intelección, aprehende de los objetos. Lo que caracteriza fundamentalmente a las Ideas, es que son: simples, indestructibles, eternas, permanentes, incorruptibles, aprehensibles mediante la inteligencia del alma; esto es, son innatas al alma. Por ello, es que las Ideas no pueden ser diferentes en esencia al alma, dándose así esta bifurcación. Encontrando del otro lado al Mundo Sensible, el mundo del que participa el cuerpo; es en este plano de lo fáctico, donde se mueve la opinión (doxa), donde se hallan las formas, los objetos, las cosas del mundo visible, los nombres comunes de las cosas (árbol, casa, silla, mesa, etc.) donde están todas las cosas individuales que capta el cuerpo a través de los sentidos.
          Cabe mencionar que de igual forma, en una primera instancia, el alma accede a los objetos y a las cosas sensibles a través de estos mismos sentidos del cuerpo, “pues en cuanto nacen, por naturaleza les es propio a hombres y a animales percibir lo que está cerca, […] las impresiones que mediante el cuerpo tienden hacia el alma […]”[5] y es justo esto lo que invalida la tesis que sostienen algunos, respecto al supuesto rechazo que hace Platón de los sentidos.
          Otra característica importante de este Mundo Sensible, es el constante cambio, lo corrupto, lo finito, lo movible, etc. Esto implica que el grado de conocimiento que aquí se halla es mera opinión ya que:

[…] ninguna cosa es algo en sí misma, y no podrías nombrar nada correctamente, ni decir cómo es, sino que, si llamas a algo “grande”, se mostrará también pequeño, y si “pesado”, ligero, y de este modo todas las cosas, porque ninguna cosa es una, sea algún ente, sea una cualidad. Pues por la traslación, el cambio y la mezcla de una cosa con otra llega a ser todo aquello que afirmamos que es, hablando incorrectamente; en efecto, nunca nada es, sino que siempre deviene.[6] 

          De esta forma podemos entender el devenir, como el elemento que impide la permanencia de las cosas sensibles, haciendo de éstos, sólo una sombra de la Idea real del objeto. Esto es un componente más que conduce a Platón a elaborar la Teoría de las Ideas, como una vía de solución al problema del devenir de las cosas; a la unidad en la diversidad. Esta Teoría de las Ideas, es de alguna forma, la introducción a su teoría del conocimiento, así como a teorías de capital importancia que dan forma y respuesta a la pregunta por el “conocimiento” que más adelante veremos con más detalle.
          Teniendo esto en mente, vallamos ahora a otra implicación de esta Teoría de las Ideas: el dualismo Antropológico. Como lo he mencionado más arriba, quien participa del Mundo Inteligible, es el alma; pues ésta es “[…] lo más semejante a lo divino, eterna, inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre idéntico consigo mismo […]”[7] Y así, por su naturaleza casi divina, es quien a través de la intelección, mira el en sí de las cosas; y entre más se hace a sí misma, se va liberando del cuerpo, elevándose por encima de éste, ya que ambos {alma y cuerpo} se hallan en un mismo organismo[8], generando un gran riesgo para el alma: el quedarse atrapada y extraviarse en el mundo sensible, no logrando alcanzar la sabiduría, por lo cual se condenaría a vivir en la mera opinión de las cosas, trayendo consigo implicaciones éticas, pues el alma fácilmente caería en el vicio, en lo corruptible, esto es, por ignorancia del Bien, de lo verdadero, se conduciría con mayor facilidad al mal, creyendo que esto es lo mejor para ella.[9]
          Con esto último, nuevamente se podría caer en la idea errónea de que Platón desprecia todo lo que viene del cuerpo, esto es, los sentidos, sin embargo, como ya he dicho, no es así, pues basta con analizar bien, y con mayor profundidad cada uno de sus argumentos; pues recordemos que Platón concibe al alma y al cuerpo en un mismo organismo, lo que implica que uno depende del otro en determinado momento. Pues para que el alma inicie su asenso, debe partir de la contemplación de las cosas del Mundo Sensible, labor que es justo a través de los sentido del cuerpo, sin perderse, en este, para filosofar correctamente; lo cual le permitirá que “[…]se separe pura, sin arrastrar nada del cuerpo, cuando ha pasado la vida sin comunicarse con él por su propia voluntad, sino rehuyéndolo y concentrándose en sí misma, ya que se había ejercitado continuamente en ello, lo que no significa otra cosa, sino que estuvo filosofando rectamente […]”[10]
          Empero, si se acostumbra al cuerpo y a los vicios que éste le brinda no podrá separarse pura y:

[…] si es que, […] se separa del cuerpo contaminada e impura, por su trato continuo con el cuerpo y por atenderlo y amarlo, estado incluso hechizada por él, y por los deseos y placeres, hasta el punto de no apreciar como verdadera ninguna otra cosa sino lo corpore, lo que uno puede tocar, ver y beber y comer y utilizar para los placeres de sexo, mientras que lo que para los ojos es oscuro e invisible, y sólo aprehensible por el entendimiento y la filosofía, eso está acostumbrado a odiarlo, temerlo y rechazarlo […][11]

Aquí, el papel del filósofo o de la vida filosófica, es capital para poder entender esa liberación del alma, así como del concepto mismo de “virtud” (areté).
          En cuanto al cuerpo, este puede definirse, como la cárcel del alma por un lado, y por el otro, la plataforma de ésta[12]. El cuerpo, que por su naturaleza “[…] semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble y que nunca está idéntico a sí mismo.”[13] Está inserto en el Mundo Sensible.
          Una vez que he mostrado los fundamentos metafísicos más importantes, pasaré ahora al tema centrar de esta investigación, que es la Teoría del conocimiento de Platón. Esta, debe entenderse como un conjunto de teorías demostrativas y explicativas que dan cuenta de cómo es que el hombre puede ser capaz de superar la mera opinión, elevándose {el alma} para alcanzar los conceptos, las ideas reales de las cosas; a concebir, como ya he mencionado, el Mundo de las Ideas, del cual el alma es partícipe, y que gracias a la eternidad y reencarnación de ésta, todos los conceptos universales se encuentran depositados en ella, incluso en el del hombre más ignorante, conclusión a la que llego Platón gracias al método Mayéutico, que podemos ver con claridad en el pasaje del esclavo del diálogo Menón. Otros de los métodos que son fundamentales en esta teoría del conocimiento, es por una parte, la teoría de la Reminiscencia, que se encuentra en este mismo diálogo; y la otra es la teoría o mejor conocido como Método Dialectico.
          Ahora bien, qué debemos entender por conocimiento, ¿qué es pues, para Platón el conocimiento? Como bien se menciona en el diálogo Menón, conocer es recordar, y a su vez, encontramos dos tipos de conocimiento, el de la ciencia, por un lado y el de la opinión verdadera, por el otro. El primero es sin más, el de las ciencias, matemáticas, física, medicina, etc. Y el segundo tipo es la mera opinión, basada en hechos reales o que de alguna forma tienen una conexión verdadera, no alcanzando por ello a ser un conocimiento verdadero.
          Ahora quedémonos con la idea de que conocer es recordar, conocido también esto, como la teoría de la Reminiscencia, ésta, nos dice que el conocimiento se halla ya en el alma, pues dado que ésta es eterna, va arrastrándolo conforme va renaciendo, por un lado y por el otro, dado la naturaleza de esta, se encuentra antes de su reencarnación en total convivencia y correlación con el Bien, con las Ideas.

Puesto que el alma es inmortal y llega a ser varias veces, habiendo visto todas las cosas aquí y en el Hades, no hay nada que no haya aprendido; así que no es extraño que sea capaz de acordarse acerca de la virtud y de las otras cosas que ya antes sabía. Puesto que está emparentada con toda la naturaleza y puesto que el alma ha aprendido todo, no hay nada que impida que quien se acuerde de una sola cosa –lo que los hombres llaman aprender- encuentre también todo lo demás, siempre que sea valiente y que no se canse mientras busque. Pues el buscar y el aprender son enteramente reminiscencia.[14]

          De esta forma, el proceso de reminiscencia es dialéctico, que viene posibilitado por dos posibles recursos; en primer lugar, la percepción sensible de las cosas en este mundo, que trae al hombre el recuerdo de las cosas verdaderas (Ideas) que pueblan el mundo inteligible en el que previamente habitaba el alma. Así puede el hombre recordar algunas primeras verdades; después, y puesto que en el mundo de las Ideas éstas se encuentran jerarquizadas y relacionadas entre sí, el individuo puede ir recordando el resto de éstas mediante un proceso de reflexión intelectual. En este camino hacia el recuerdo de la verdad, el ser humano atraviesa por dos estados principales: la doxa ("opinión"), estado de conocimiento que le lleva a tomar como verdaderas las cosas que percibe por los sentidos, y la episteme ("conocimiento"), estado en el que es ya capaz de aprehender mediante la razón, las Ideas verdaderas, de las cuales constituyen meras copias las cosas sensibles. Aquí, tanto la Mayéutica como la Dialéctica se introducen, para explicar esa búsqueda del conocimiento y ese ascenso del alma hacia el mismo.
          De esta manera, puede decirse que el conocimiento es innato al hombre, y cuya misión es ir recordando todas las cosas que su alma ya conocía, las cuales han sido olvidadas por el proceso de reencarnación, es por ello que, según Platón, no estamos en el mundo colectando conocimientos, sino simplemente recordándolos, por ello es que aprender es recordar.
        Esta búsqueda del conocimiento, es para Platón este ascenso del alma, que parte de de las cosas sensibles (objetos materiales percibidos con los sentidos) a las inteligibles (ideas inmateriales aprehendidas mediante la razón). La cual veremos más adelante.
          Ahora bien, es en este punto donde entra en juego el método Mayéutico, pues este, consiste esencialmente en emplear un diálogo a base de preguntas y respuestas que van de lo particular a lo general, para llegar al conocimiento. Esto es, un maestro sigue una discusión sobre algún tema que se desconozca o se tenga una ida vaga; este momento de confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Platón lo identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz. Tras este momento de confusión, la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga (como la virtud, el conocimiento, el amor, la belleza, ad infinitum)
          Y de esta manera la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e inconclusa). Por ello Platón se comparará con una partera y como nos dice en Teeteto:

El arte mío de hacer dar a luz le corresponde todo lo que a aquéllas, pero se distingue en que yo asisto a varones y no a mujeres, y en que me ocupo de las almas de quienes dan a luz, no de los cuerpos. Empero, lo más grande de nuestro arte consiste en que es capaz de comprobar de todas maneras si el entendimiento del joven produce algo imaginario y falso, o algo fecundo y verdadero, […] no produzco ninguna sabiduría y, de los que muchos ya me vituperaron, que sólo pregunto a otros, pero que yo mismo no saco nada a relucir por no tener nada inteligente que contestar, […] el dios me obliga a asistir en los partos, pero me ha prohibido dar a luz. Así, yo mismo soy sabio, tampoco tengo ningún descubrimiento que haya sido engendrado por mi propia alma.[15]
          

          La idea básica del método mayéutico de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Platón es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Platón, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber. 
          El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia, al considerar al alma capaz de encontrar dentro de sí, o mejor dicho, de recordar la verdad de las cosas sensibles, pues ya que ésta fue olvidada en al momento de renacer. Y en este recordar la verdad de las cosas, la Idea del objetos o los objetos, a través de la mayéutica, comienza gestarse, o mejor dicho, a peregrinar el alma en una procesión, que parte del mundo sensible, de lo factico, de la ignorancia; hacia la sabiduría, procesión que también se conoce como método dialéctico.
          Pues una vez que el alma, ha comenzado a recordar los conocimientos a través del arte mayéutico, se da cuenta que la verdad de las cosas están no en ellas, sino en la idea de Bien, al que por amor, aspira el alma; así, una vez que ésta se da cuenta que lo que percibe no son más que sombras, reflejos de lo real. Que ha vivido en la mera opinión (doxa), comienza entonces a ascender hacia lo verdadero, hacia el Bien, por amor (filia) a la sabiduría, pues se percata de que “la realidad no puede ser ninguna otra cosa sino la sombra de los objetos fabricados.[16]
          La Alegoría de la Caverna, es un claro ejemplo de este método dialectico, pues como sabemos, nos presenta a un grupo de hombres que se hallan atados de pies y manos, así como del cuello; de manera que no puedan ver nada a su alrededor, ni mucho menos voltear hacia atrás, sino que observan solo las sombras que provienen de los objetos reales que se encuentran fuera de esta caverna. Hasta que un día uno de esos hombres logra desatarse y concibe voltear hacia atrás percatándose de que lo que ve no es lo verdadero, sino sólo sombras,  entonces, “lo sacaran de allí por la fuerza y lo llevaran por la áspera y escarpada subida, sin dejarlo hasta no haberlo arrastrado afuera, a la luz del sol, ¿[…] sufriría y se irritaría  de verse así arrastrado, y que, cuando llegara a la luz, tendría los ojos tan llenos de su resplandor como para no poder ver ni una sola de las cosas que actualmente llamamos verdaderas?”[17]
          Esta fuerza que arrastra al hombre a salir fuera a contemplar la luz, lo real; es ese amor (filia) que lo impulsa a ascender a la sabiduría. De esta manera, su “aspiración última” es el conocimiento de la Idea de Bien y del modo en que ésta es el fundamento último de toda la realidad; por ello Platón define la filosofía como "una ascensión al Ser”; pero esta ascensión, implica dolor, al comenzar el alma a dejar las opiniones, pues esto implica para ella, dejar todas esas creencias y “conocimientos” relativos de lado, por ser una actividad estrictamente racional no se apoya en la percepción; sino sólo parte de ésta en un primer momento. Por otro lado, el alma, no acepta hipótesis, pues éstas son los peldaños por los cuales asciende hacia el sentido último, hacia el conocimiento verdadero, universal y necesario. “[…] va de la hipótesis al principio no hipotético, y sin recurrir a las imágenes, […] prosigue su investigación con el sólo recurso a las ideas en sí mismas.”[18]
          Pero, ¿quién es ese hombre que Platón nos describe en su alegoría? Y, una vez que ha alcanzado a contemplar la Idea de Bien, ¿se aísla de los demás y se queda allí contemplando la verdad, la sabiduría? Sin duda la analogía que hace Platón en esta alegoría es fenomenal y hermosa, pues sin más, ese hombre que logra salir de la caverna, es el filósofo y que por su ethos, regresa para verter en los otros esa verdad que ha contemplado y así instaurar una verdadera cultura (paideia).
          Justo en esta ascensión del alma, Platón se da cuenta que el conocimiento (episteme) tiene grados jerárquicos, así como la opinión (doxa); lo que se conoce como: grados de conocimiento. Éstos, que se describen en el símil de línea.[19] Tenemos entonces, por un lado el conocimiento (episteme), que si bien, Platón no llega a definir exactamente que es, ya que, “[…] ni la percepción, ni la opinión verdadera, ni la explicación junto con una opinión verdadera sería el conocimiento.”[20] Con esto a lo único que podemos llegar es a diferenciar el conocimiento (episteme) de la percepción (aisteis). Del otro lado tenemos entonces, la opinión (doxa), que pude definirse como una mera conjetura de las cosas; un conocimiento relativo sobre algo, que en momentos puede tornarse verdadero y en otros falso.
          Retomando los cuatro grados de conocimiento: Nóesis y Díanoia; que corresponden al conocimiento (episteme), y, Pistis y Eikasía; correspondientes a la opinión (doxa). Tenemos como último y más alto grado la Nóesis, la cual puede traducirse de diferentes formas, por lo cual he decidió dejar el término griego tal cual. Ésta es de la episteme, lo puramente racional de las Ideas y su relación en particular con la Idea de Bien, esto es, la participación directa con el Bien; la aprehensión de la sabiduría por parte del alma. El segundo grado, inferior al primero, es la Diánoia, la cual, es donde se inserta todo conocimiento racional basado en signos sensibles e hipotéticos, como los objetos matemáticos.
          Ahora bien, por el lado de la doxa, tenemos su grado superior que es la Pistis; ésta, que podemos definir como creencia en el sentido de fe, es el conocimiento basado en la percepción directa de las objetos sensibles y las cosas fabricadas: lo factico. Por otro lado, en su grado más inferior, tenemos la Eikasía, que se puede describir como la conjetura de la opinión de las cosas u objetos sensibles, siendo el conocimiento sensible basado en la percepción de las sombras y los reflejos; en pocas palabras, es la opinión de la opinión de las cosas.
          Una vez recorrido todo este camino, y revisando esto último, vemos que el papel de las percepciones es fundamental en un principio, pues si bien, como lo había planteado en la hipótesis de este trabajo, el alma parte de las percepciones y así de manera ascendente hasta alcanzar la sabiduría.
          Con todo esto que acabo de exponer, podemos darnos una idea de la labor tan genial y a su vez compleja de Platón para poder dar respuesta al problema del conocimiento y a su vez mostrar que la vida filosófica es un camino arduo, doloroso, que implica una gran responsabilidad ética y que ésta, como la filosofía deben servir para hacer mejor a los hombres en su devenir. Y Por otro lado demostrar a los sofistas que su “educación” y su “conocimiento” no servía para hacer mejor a los hombres, ni para alcanzar la sabiduría.
          Queda entonces claro que, para que el alma logre alcanzar el conocimiento verdadero, esto es, logre contemplar la Idea de Bien, así como la relación que se da entre éste y las cosas sensibles, es fundamental que sienta amor por el verdadero conocimiento, y que a través del arte mayéutico, valla recordando todo el conocimiento que trae depositado, que por haber reencarnado perdió.
          A manera de conclusión y recapitulando brevemente, tenemos que, la Teoría de las Ideas que postula Platón, dan pie a un dualismo ontológico y a otro antropológico, del cual se desprenderán varías tesis y argumento para probar esta teoría que es la columna vertebral de su Teoría del conocimiento.
         
Conclusión.

De esta manera mi respuesta al problema central de esta investigación, la cual dice: que partimos de las percepciones y, de manera ascendente hasta alcanzar la sabiduría. Ha quedado confirmada, considerando así que la exposición de los diferentes temas fundamentales para el problema central, han sido explicados a tal grado, que puede usarse este trabajo como una pequeña guía para introducirnos, a la teoría del conocimiento de Platón, quedando así satisfecho y abierto así a toda crítica y corrección.


--Antonio MarOrt.




















Bibliografía.

Platón, Fedón, Versión digital, consultada en: www.librodot.com el día 3 de septiembre de 2010.

Platón, La República. Introd., versión y notas de Antonio Gómez Robledo. México, UNAM, 2007. [Col. Bibliotheca Sscriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana]

Platón, Menón en Cuatro diálogos. Trad. Ute Schmidt. México, SEP, 1984.

Platón, Teeteto. Introd., versión y notas de Ute Schmidt Osmanczik. México, UNAM, 2007 [Col. Bibliotheca Sscriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana]




[1] Cf. Platón, Fedón, 64 a - 66 a
[2] Ibid., passim
[3] Platón, La República, 508 e
[4] Ibid., 509 b
[5] Platón, Teeteto, 186 c
[6] Ibid., 152 d
[7] Platón, Fedón, 80 b
[8] Cf. Ibid., 80 a
[9] Cf. Platón, Menón, 77 a – 79 a
[10] Platón, Fedón, 81 a
[11] Ibid., 81 b
[12] En tanto esta se sirve de los sentidos para apreciar las cosas sensibles y luego aprehender de ellas lo real.
[13] Ibid., 80 b
[14] Platón, Menón, 81 d
[15] Platón, Teeteto, 150 c-d
[16] Platón, República, Libro VII, 515 c
[17] Ibid., 515 e – 516 a
[18] Ibid., 510 b
[19] Cf. Ibid., 509 e
[20] Platón, Teeteto, 219 b

lunes, 14 de abril de 2014

Bajo el maquillaje



Sin duda…
me gusta tu belleza
aún más aquella que celosa
resguardas bajo el maquillaje

mirada sensual
pero tierna
que oscuro rimel
groseramente trata de ocultarme

labial escarlata
que tus labios cubre de atardecer carmesí / color sangre
pero aún con sangrienta armadura
puedo sentir el ardor de tus besos / desnudos tus labios

nuestras miradas / unidas danzantes
hallo tu alma y la mía te halla
ya no hay un: tú o un yo
solo un todo que se une …

martes, 1 de abril de 2014

Todo Coincidía

Nunca dudé que eras el amor de mi vida... 
Todo coincidía: la noche que nos abrazaba en el bosque, 
la fogata que se consumía a la distancia, 
la  casa de campaña que se perdía en la niebla con cada uno de sus huéspedes. 
Platicamos por horas que se hicieron nada; 
tú sobre un viejo tronco, yo sobre un lecho de hojarasca... 
Todo coincidía...