Antonio Martínez Ortega
Introducción.
La presente investigación fue hecha con un gran agrado,
pues el tema que en él expondré me genera una gran atracción, tanto por su
importancia en la historia de la filosofía, así como también en mi vida
personal.
Esta
investigación estará situada en la filosofía griega, centrada específicamente
en la Teoría del conocimiento de Platón que se localiza especialmente en tres
diálogos y en dos pasajes del libro VI y VII de la República del mismo autor. Aquí, donde se gestan supuestos clave
para sostener su teoría respecto al conocimiento, supuestos como el método
dialéctico, la teoría de la reminiscencia, el método mayéutico y la Teoría de
las Ideas.
El
problema central que en esta investigación expondré parte de de la pregunta por
el ¿cómo es que conocemos según Platón? A ésta, como respuesta tentativa puedo
decir que partimos de las percepciones y, de manera ascendente hasta alcanzar
la sabiduría.
Cabe mencionar que el siguiente trabajo es de carácter meramente
expositivo, y para ello, comenzaré por exponer sobre la metafísica platónica,
que se divide por un lado en: dualismo ontológico, y por el otro en: dualismo
antropológico, enseguida expondré la naturaleza del alma y la del cuerpo, los
dos mundos en que se divide la realidad, los cuales son: el mundo sensible y el
mundo inteligible y posteriormente pasar a la definición de conocimiento y sus
implicaciones, como la teoría de la reminiscencia, el método mayéutico y la
dialéctica.
Siguiendo así con los tipos de conocimiento: episteme y doxa; y en
seguida con la exposición de los distintos grados de conocimiento. Para
concluir con el papel que juegan las percepciones en el ascenso del alma a la
sabiduría.
Para la exposición del problema arriba mencionado,
utilizaré sólo las fuentes primarias de Platón que se enlistan enseguida: Fedón (la versión que uso en este caso
es un libro digital), La República (la
traducción de Antonio Gómez Robledo), Menón
y Teeteto Traducidos por Ute
Schmidt.
Debe tomarse en cuenta que la
principal limitación para esta investigación es la del idioma, pues si bien, no
hablo griego.
Como ya sabemos, Platón ha dejado una gran huella
en la historia de la filosofía, y me atrevo a decir que aún más allá de ésta,
pues las tesis que en sus diálogos se exponen y debaten, dieron vida a una nueva
forma de filosofar, y de mostrar que la filosofía no es una disciplina más,
sino una forma de vida. Y es en esta línea, el de
la metafísica, en donde se anclan tesis vitales, en especial, la que refiere a
la Teoría de las Ideas, siendo ésta
la espina dorsal de su Teoría del conocimiento.
De
esta manera la metafísica platónica resulta fundamental, para poder entender su
filosofía y, en este trabajo, concretamente su Teoría del conocimiento. Ya que
en esta área de la filosofía, cobran mayor importancia temas como, la
inmortalidad del alma, la virtud, la reminiscencia, la teoría de las Ideas, entre otros. Justamente ésta última implica la
bifurcación de su metafísica dando vida al ya conocido, dualismo ontológico y por el otro lado, al dualismo antropológico.
Es en este dualismo ontológico donde se encuentra inserto el Mundo Inteligible; pero, ¿qué es este
mundo inteligible, y en dónde se halla? Y ¿qué relación tiene con la pregunta
por el conocimiento?
Platón,
en su recorrido por dar cuenta sobre, qué es el conocimiento y cómo se adquiere
éste –tema que justamente iré desarrollando a lo largo del presente trabajo-
observa la imperfección de este mundo, el devenir de las cosas, así como la
finitud de las mismas, y dado que, el conocimiento no puede versar sobre estas
cosas, ni mucho menos el alma, -cuyo motivo se explicara más adelante-. Llega a
concebir un mundo Ideal: el Mundo Inteligible, donde se halla la verdad de las
cosas, la idea de cada cosa sensible; así como la idea de Bien, y es esta idea
de Bien es, “[…] lo que comunica la verdad a los objetos de conocimiento, y lo
que confiere al sujeto cognoscente la respectiva facultad […] Empero, no debe
confundirse, el saber y la verdad de las cosas, con el Bien en sí, esto es, que
la idea de Bien, no es lo mismo que la verdad de las cosas, “[…] pues no sería acertado
pensar que uno u otro sean el bien, ya que debe atribuirse un valor mayor aún a
la naturaleza del bien.”
Por
otro lado, las ideas que se hallan, en este Mundo Inteligible y que participar
de otra idea aún más superior, son la esencia verdadera de las cosas sensibles,
es justo lo que el alma a través de la intelección, aprehende de los objetos.
Lo que caracteriza fundamentalmente a las Ideas, es que son: simples,
indestructibles, eternas, permanentes, incorruptibles, aprehensibles mediante
la inteligencia del alma; esto es, son innatas al alma. Por ello, es que las
Ideas no pueden ser diferentes en esencia al alma, dándose así esta bifurcación.
Encontrando del otro lado al Mundo Sensible, el mundo del que participa el
cuerpo; es en este plano de lo fáctico, donde se mueve la opinión (doxa), donde se hallan las formas, los
objetos, las cosas del mundo visible, los nombres comunes de las cosas (árbol,
casa, silla, mesa, etc.) donde están todas las cosas individuales que capta el
cuerpo a través de los sentidos.
Cabe
mencionar que de igual forma, en una primera instancia, el alma accede a los
objetos y a las cosas sensibles a través de estos mismos sentidos del cuerpo,
“pues en cuanto nacen, por naturaleza les es propio a hombres y a animales
percibir lo que está cerca, […] las impresiones que mediante el cuerpo tienden
hacia el alma […]”
y es justo esto lo que invalida la tesis que sostienen algunos, respecto al
supuesto rechazo que hace Platón de los sentidos.
Otra característica importante de este Mundo Sensible, es el constante
cambio, lo corrupto, lo finito, lo movible, etc. Esto implica que el grado de
conocimiento que aquí se halla es mera opinión ya que:
[…] ninguna cosa es algo en sí misma, y no podrías nombrar nada
correctamente, ni decir cómo es, sino que, si llamas a algo “grande”, se
mostrará también pequeño, y si “pesado”, ligero, y de este modo todas las
cosas, porque ninguna cosa es una, sea algún ente, sea una cualidad. Pues por
la traslación, el cambio y la mezcla de una cosa con otra llega a ser todo
aquello que afirmamos que es, hablando
incorrectamente; en efecto, nunca nada es,
sino que siempre deviene.
De
esta forma podemos entender el devenir, como
el elemento que impide la permanencia de las cosas sensibles, haciendo de
éstos, sólo una sombra de la Idea real del objeto. Esto es un componente más
que conduce a Platón a elaborar la Teoría de las Ideas, como una vía de
solución al problema del devenir de las cosas; a la unidad en la diversidad.
Esta Teoría de las Ideas, es de alguna forma, la introducción a su teoría del
conocimiento, así como a teorías de capital importancia que dan forma y
respuesta a la pregunta por el “conocimiento” que más adelante veremos con más
detalle.
Teniendo esto en mente, vallamos ahora a otra implicación de esta Teoría
de las Ideas: el dualismo Antropológico. Como lo he mencionado más arriba,
quien participa del Mundo Inteligible, es el alma; pues ésta es “[…] lo más
semejante a lo divino, eterna, inteligible, uniforme, indisoluble y que está
siempre idéntico consigo mismo […]” Y así, por su naturaleza
casi divina, es quien a través de la intelección, mira el en sí de las cosas; y
entre más se hace a sí misma, se va liberando del cuerpo, elevándose por encima
de éste, ya que ambos {alma y cuerpo} se hallan en un mismo organismo, generando un gran riesgo
para el alma: el quedarse atrapada y extraviarse en el mundo sensible, no
logrando alcanzar la sabiduría, por lo cual se condenaría a vivir en la mera
opinión de las cosas, trayendo consigo implicaciones éticas, pues el alma
fácilmente caería en el vicio, en lo corruptible, esto es, por ignorancia del
Bien, de lo verdadero, se conduciría con mayor facilidad al mal, creyendo que
esto es lo mejor para ella.
Con
esto último, nuevamente se podría caer en la idea errónea de que Platón desprecia
todo lo que viene del cuerpo, esto es, los sentidos, sin embargo, como ya he
dicho, no es así, pues basta con analizar bien, y con mayor profundidad cada
uno de sus argumentos; pues recordemos que Platón concibe al alma y al cuerpo
en un mismo organismo, lo que implica que uno depende del otro en determinado
momento. Pues para que el alma inicie su asenso, debe partir de la
contemplación de las cosas del Mundo Sensible, labor que es justo a través de
los sentido del cuerpo, sin perderse, en este, para filosofar correctamente; lo
cual le permitirá que “[…]se separe pura, sin arrastrar nada del cuerpo, cuando
ha pasado la vida sin comunicarse con él por su propia voluntad, sino
rehuyéndolo y concentrándose en sí misma, ya que se había ejercitado continuamente
en ello, lo que no significa otra cosa, sino que estuvo filosofando rectamente
[…]”
Empero, si se acostumbra al cuerpo y a los vicios que éste le brinda no
podrá separarse pura y:
[…] si es que, […] se separa del cuerpo contaminada e impura, por su
trato continuo con el cuerpo y por atenderlo y amarlo, estado incluso hechizada
por él, y por los deseos y placeres, hasta el punto de no apreciar como
verdadera ninguna otra cosa sino lo corpore, lo que uno puede tocar, ver y
beber y comer y utilizar para los placeres de sexo, mientras que lo que para
los ojos es oscuro e invisible, y sólo aprehensible por el entendimiento y la
filosofía, eso está acostumbrado a odiarlo, temerlo y rechazarlo […]
Aquí, el papel del filósofo o de la vida
filosófica, es capital para poder entender esa liberación del alma, así como
del concepto mismo de “virtud” (areté).
En
cuanto al cuerpo, este puede definirse, como la cárcel del alma por un lado, y
por el otro, la plataforma de ésta. El cuerpo, que por su
naturaleza “[…] semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble
y que nunca está idéntico a sí mismo.” Está inserto en el Mundo
Sensible.
Una
vez que he mostrado los fundamentos metafísicos más importantes, pasaré ahora
al tema centrar de esta investigación, que es la Teoría del conocimiento de
Platón. Esta, debe entenderse como un conjunto de teorías demostrativas y
explicativas que dan cuenta de cómo es que el hombre puede ser capaz de superar
la mera opinión, elevándose {el alma} para alcanzar los conceptos, las ideas
reales de las cosas; a concebir, como ya he mencionado, el Mundo de las Ideas,
del cual el alma es partícipe, y que gracias a la eternidad y reencarnación de
ésta, todos los conceptos universales se encuentran depositados en ella,
incluso en el del hombre más ignorante, conclusión a la que llego Platón
gracias al método Mayéutico, que podemos ver con claridad en el pasaje del
esclavo del diálogo Menón. Otros de
los métodos que son fundamentales en esta teoría del conocimiento, es por una
parte, la teoría de la Reminiscencia, que se encuentra en este mismo diálogo; y
la otra es la teoría o mejor conocido como Método Dialectico.
Ahora bien, qué debemos entender por conocimiento, ¿qué es pues, para
Platón el conocimiento? Como bien se menciona en el diálogo Menón, conocer es recordar, y a su vez,
encontramos dos tipos de conocimiento, el de la ciencia, por un lado y el de la
opinión verdadera, por el otro. El
primero es sin más, el de las ciencias, matemáticas, física, medicina, etc. Y
el segundo tipo es la mera opinión, basada en hechos reales o que de alguna
forma tienen una conexión verdadera, no alcanzando por ello a ser un
conocimiento verdadero.
Ahora quedémonos con la idea de que
conocer es recordar, conocido también esto, como la teoría de la Reminiscencia,
ésta, nos dice que el conocimiento se halla ya en el alma, pues dado que ésta
es eterna, va arrastrándolo conforme va renaciendo, por un lado y por el otro,
dado la naturaleza de esta, se encuentra antes de su reencarnación en total
convivencia y correlación con el Bien, con las Ideas.
Puesto que el alma es inmortal y llega a ser varias veces, habiendo
visto todas las cosas aquí y en el Hades, no hay nada que no haya aprendido;
así que no es extraño que sea capaz de acordarse acerca de la virtud y de las
otras cosas que ya antes sabía. Puesto que está emparentada con toda la
naturaleza y puesto que el alma ha aprendido todo, no hay nada que impida que
quien se acuerde de una sola cosa –lo que los hombres llaman aprender-
encuentre también todo lo demás, siempre que sea valiente y que no se canse
mientras busque. Pues el buscar y el aprender son enteramente reminiscencia.
De esta forma, el proceso de
reminiscencia es dialéctico, que viene posibilitado por dos posibles recursos;
en primer lugar, la percepción sensible de las cosas en este mundo, que trae al
hombre el recuerdo de las cosas verdaderas (Ideas) que pueblan el mundo
inteligible en el que previamente habitaba el alma. Así puede el hombre
recordar algunas primeras verdades; después, y puesto que en el mundo de las Ideas
éstas se encuentran jerarquizadas y relacionadas entre sí, el individuo puede
ir recordando el resto de éstas mediante un proceso de reflexión intelectual.
En este camino hacia el recuerdo de la verdad, el ser humano atraviesa por dos
estados principales: la doxa ("opinión"), estado de
conocimiento que le lleva a tomar como verdaderas las cosas que percibe por los
sentidos, y la episteme ("conocimiento"), estado en el que es
ya capaz de aprehender mediante la razón, las Ideas verdaderas, de las cuales
constituyen meras copias las cosas sensibles. Aquí, tanto la Mayéutica como la Dialéctica
se introducen, para explicar esa búsqueda del conocimiento y ese ascenso del
alma hacia el mismo.
De esta manera, puede decirse que el
conocimiento es innato al hombre, y cuya misión es ir recordando todas las
cosas que su alma ya conocía, las cuales han sido olvidadas por el proceso de
reencarnación, es por ello que, según Platón, no estamos en el mundo colectando
conocimientos, sino simplemente recordándolos, por ello es que aprender es recordar.
Esta búsqueda del conocimiento, es para
Platón este ascenso del alma, que parte de de las cosas sensibles (objetos
materiales percibidos con los sentidos) a las inteligibles (ideas inmateriales
aprehendidas mediante la razón). La cual veremos más adelante.
Ahora
bien, es en este punto donde entra en juego el método Mayéutico, pues este, consiste esencialmente en emplear un diálogo a
base de preguntas y respuestas que van de lo particular a lo general, para llegar
al conocimiento. Esto es, un maestro sigue una discusión sobre algún tema que
se desconozca o se tenga una ida vaga; este momento de confusión e incomodidad
por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber perfectamente es
condición necesaria para el aprendizaje, y Platón lo identifica con los dolores
que siente la parturienta antes de dar a luz. Tras este momento de confusión,
la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones
cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga (como la
virtud, el conocimiento, el amor, la belleza, ad infinitum)
Y de
esta manera la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del
maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la
realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza
este ideal y la discusión queda abierta e inconclusa). Por ello Platón se
comparará con una partera y como nos dice en Teeteto:
El arte mío de hacer dar
a luz le corresponde todo lo que a aquéllas, pero se distingue en que yo asisto
a varones y no a mujeres, y en que me ocupo de las almas de quienes dan a luz,
no de los cuerpos. Empero, lo más grande de nuestro arte consiste en que es
capaz de comprobar de todas maneras si el entendimiento del joven produce algo
imaginario y falso, o algo fecundo y verdadero, […] no produzco ninguna
sabiduría y, de los que muchos ya me vituperaron, que sólo pregunto a otros,
pero que yo mismo no saco nada a relucir por no tener nada inteligente que
contestar, […] el dios me obliga a asistir en los partos, pero me ha prohibido
dar a luz. Así, yo mismo soy sabio, tampoco tengo ningún descubrimiento que
haya sido engendrado por mi propia alma.
La idea
básica del método mayéutico de enseñanza consiste en que el maestro no inculca
al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón
vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Platón es el
discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto
al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban
que los discípulos aprendiesen; Platón, mediante el diálogo y un trato más
individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el
saber.
El arte de la mayéutica implica la teoría
platónica de la reminiscencia, al considerar al alma capaz de encontrar dentro
de sí, o mejor dicho, de recordar la verdad de las cosas sensibles, pues ya que
ésta fue olvidada en al momento de renacer. Y en este recordar la verdad de las
cosas, la Idea del objetos o los objetos, a través de la mayéutica, comienza
gestarse, o mejor dicho, a peregrinar el alma en una procesión, que parte del
mundo sensible, de lo factico, de la ignorancia; hacia la sabiduría, procesión
que también se conoce como método dialéctico.
Pues una vez que el alma, ha
comenzado a recordar los conocimientos a través del arte mayéutico, se da
cuenta que la verdad de las cosas están no en ellas, sino en la idea de Bien, al
que por amor, aspira el alma; así, una vez que ésta se da cuenta que lo que
percibe no son más que sombras, reflejos de lo real. Que ha vivido en la mera
opinión (doxa), comienza entonces a
ascender hacia lo verdadero, hacia el Bien, por amor (filia) a la sabiduría, pues se percata de que “la realidad no puede
ser ninguna otra cosa sino la sombra de los objetos fabricados.”
La Alegoría de la Caverna, es un claro
ejemplo de este método dialectico, pues como sabemos, nos presenta a un grupo
de hombres que se hallan atados de pies y manos, así como del cuello; de manera
que no puedan ver nada a su alrededor, ni mucho menos voltear hacia atrás, sino
que observan solo las sombras que provienen de los objetos reales que se
encuentran fuera de esta caverna. Hasta que un día uno de esos hombres logra
desatarse y concibe voltear hacia atrás percatándose de que lo que ve no es lo
verdadero, sino sólo sombras, entonces,
“lo sacaran de allí por la fuerza y lo llevaran por la áspera y escarpada
subida, sin dejarlo hasta no haberlo arrastrado afuera, a la luz del sol, ¿[…]
sufriría y se irritaría de verse así
arrastrado, y que, cuando llegara a la luz, tendría los ojos tan llenos de su
resplandor como para no poder ver ni una sola de las cosas que actualmente
llamamos verdaderas?”
Esta fuerza que arrastra al hombre a salir fuera a contemplar la luz, lo
real; es ese amor (filia) que lo
impulsa a ascender a la sabiduría. De esta manera, su “aspiración
última” es el conocimiento de la Idea de Bien y del modo
en que ésta es el fundamento último de toda la realidad; por ello Platón define
la filosofía como "una ascensión al Ser”; pero esta ascensión, implica
dolor, al comenzar el alma a dejar las opiniones, pues esto implica para ella,
dejar todas esas creencias y “conocimientos” relativos de lado, por ser una
actividad estrictamente racional no se apoya en la percepción; sino sólo parte
de ésta en un primer momento. Por otro lado, el alma, no acepta hipótesis, pues
éstas son los peldaños por los cuales asciende hacia el sentido último, hacia
el conocimiento verdadero, universal
y necesario. “[…] va de la hipótesis al principio no hipotético, y sin
recurrir a las imágenes, […] prosigue su investigación con el sólo recurso a
las ideas en sí mismas.”
Pero, ¿quién es ese hombre que Platón
nos describe en su alegoría? Y, una vez que ha alcanzado a contemplar la Idea
de Bien, ¿se aísla de los demás y se queda allí contemplando la verdad, la
sabiduría? Sin duda la analogía que hace Platón en esta alegoría es fenomenal y
hermosa, pues sin más, ese hombre que logra salir de la caverna, es el filósofo
y que por su ethos, regresa para
verter en los otros esa verdad que ha contemplado y así instaurar una verdadera
cultura (paideia).
Justo en esta ascensión del alma,
Platón se da cuenta que el conocimiento (episteme)
tiene grados jerárquicos, así como la opinión (doxa); lo que se conoce como: grados de conocimiento. Éstos, que se
describen en el símil de línea. Tenemos entonces,
por un lado el conocimiento (episteme),
que si bien, Platón no llega a definir exactamente que es, ya que, “[…] ni la
percepción, ni la opinión verdadera, ni la explicación junto con una opinión
verdadera sería el conocimiento.”
Con esto a lo único que podemos llegar es a diferenciar el conocimiento (episteme) de la percepción (aisteis). Del otro lado tenemos
entonces, la opinión (doxa), que pude
definirse como una mera conjetura de las cosas; un conocimiento relativo sobre
algo, que en momentos puede tornarse verdadero y en otros falso.
Retomando los cuatro grados de
conocimiento: Nóesis y Díanoia; que
corresponden al conocimiento (episteme),
y, Pistis y Eikasía; correspondientes a la opinión (doxa). Tenemos como último y más alto grado la Nóesis, la cual puede traducirse de diferentes formas, por lo cual
he decidió dejar el término griego tal cual. Ésta es de la episteme, lo puramente racional de las Ideas y su relación en
particular con la Idea de Bien, esto es, la participación directa con el Bien;
la aprehensión de la sabiduría por parte del alma. El segundo grado, inferior
al primero, es la Diánoia, la cual,
es donde se inserta todo conocimiento racional basado en signos sensibles e
hipotéticos, como los objetos matemáticos.
Ahora bien, por el lado de la doxa, tenemos su grado superior que es
la Pistis; ésta, que podemos definir
como creencia en el sentido de fe, es el conocimiento basado en la percepción
directa de las objetos sensibles y las cosas fabricadas: lo factico. Por otro
lado, en su grado más inferior, tenemos la Eikasía,
que se puede describir como la conjetura de la opinión de las cosas u objetos
sensibles, siendo el conocimiento sensible basado en la percepción de las
sombras y los reflejos; en pocas palabras, es la opinión de la opinión de las
cosas.
Una vez recorrido todo este camino, y
revisando esto último, vemos que el papel de las percepciones es fundamental en
un principio, pues si bien, como lo había planteado en la hipótesis de este
trabajo, el alma parte de las percepciones y así de manera ascendente hasta
alcanzar la sabiduría.
Con todo esto que acabo de exponer,
podemos darnos una idea de la labor tan genial y a su vez compleja de Platón
para poder dar respuesta al problema del conocimiento y a su vez mostrar que la
vida filosófica es un camino arduo, doloroso, que implica una gran responsabilidad
ética y que ésta, como la filosofía deben servir para hacer mejor a los hombres
en su devenir. Y Por otro lado
demostrar a los sofistas que su “educación” y su “conocimiento” no servía para
hacer mejor a los hombres, ni para alcanzar la sabiduría.
Queda entonces claro que, para que el
alma logre alcanzar el conocimiento verdadero, esto es, logre contemplar la
Idea de Bien, así como la relación que se da entre éste y las cosas sensibles,
es fundamental que sienta amor por el verdadero conocimiento, y que a través
del arte mayéutico, valla recordando todo el conocimiento que trae depositado,
que por haber reencarnado perdió.
A manera de conclusión y
recapitulando brevemente, tenemos que, la Teoría de las Ideas que postula
Platón, dan pie a un dualismo ontológico y a otro antropológico, del cual se
desprenderán varías tesis y argumento para probar esta teoría que es la columna
vertebral de su Teoría del conocimiento.
Conclusión.
De esta manera mi
respuesta al problema central de esta investigación, la cual dice: que
partimos de las percepciones y, de manera ascendente hasta alcanzar la
sabiduría. Ha quedado confirmada, considerando así que la exposición de los
diferentes temas fundamentales para el problema central, han sido explicados a
tal grado, que puede usarse este trabajo como una pequeña guía para
introducirnos, a la teoría del conocimiento de Platón, quedando así satisfecho
y abierto así a toda crítica y corrección.
--Antonio MarOrt.
Bibliografía.
Platón,
Fedón, Versión digital, consultada en: www.librodot.com el día 3 de septiembre
de 2010.
Platón, La
República. Introd., versión y notas de Antonio Gómez Robledo. México, UNAM,
2007. [Col. Bibliotheca Sscriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana]
Platón, Menón
en Cuatro diálogos. Trad. Ute
Schmidt. México, SEP, 1984.
Platón,
Teeteto. Introd., versión y notas de
Ute Schmidt Osmanczik. México, UNAM, 2007 [Col. Bibliotheca Sscriptorum
Graecorum et Romanorum Mexicana]