jueves, 24 de febrero de 2011

Amor y amistad en un Estado fallido.

Tres días atrás, justo ese día, esa fecha que le fuera asignada a esos dos sentimientos, a esas dos palabras, de gigantesca complejidad. Y que, a su vez, todo mundo habla de ellas como si se trataran de cosas superfluas, banales, que no requieren más que entenderse y ya.
Efectivamente, me refiero al Amor y a la Amistad; pues hoy en día, las personas creen que con entender estas dos –aparentemente sencillas- palabritas; cursis sentimientos, pueden autodenominarse, los mejores amantes, o los mejores amigos. Pues no se tiene que entender o conocer que es cada una de estas cosas para poder expresarlas, para poder vanaglórianos de ellas, pues no se trata de abstracciones conceptuales, sino de sentimientos. Es por ello que quien se sienta glorioso por saber definir cada uno de estos sentimientos, siéntase también miserable por que no se ha acercado si quiera a la comprensión de éstos y por el contrario se encuentra lo más lejos posible de poder tener una experiencia amorosa o ser el mejor de los amigos.
En fin, regresando al inicio de toda esta palabrería, justo este día, el 14 de febrero; -que a mi juicio, si cada una de las personas comprendiera y sintiera en sí cada una de estas dos virtudes, no sería menester configurar este día como se lo ha conocido hasta ahora. 
Paradójicamente, este día tan… simbólico, tuve un sueño tan contrario a lo que ese día se predica. Soñé con ese Estado de Naturaleza hobbesiano, -que, paro los que no sepan, es la teoría política que sostiene Hobbes, en su Leviatán, la cual refiere a que todas las sociedades en un primer momento o en un inicio se hallaban, en un estado natural donde  todos contra todos estaban en guerra constante, pues era tal su libertad que les permitía tener a cada uno por igual lo que se les antojara, y si para obtenerlo implicaba destruir al otro, lo hacían, asimismo si tenían que matar para salvaguardar su vida, lo hacían. Pues para Hobbes, el hombre es malo  por naturaleza.
El escenario de este sueño, vasto, es decir, en ocasiones, eran las calles del DF, en otras, eran calles de poblados irreconocibles. Recuerdo la crudeza y frialdad de las imágenes. Ansiaba despertar de tan profética pesadilla.  Recuerdo que junto a mi familia tratábamos de escondernos de un grupo de adolecentes que disparaban a diestra y siniestra contra otra gente que no accedía a sus peticiones. En ocasiones era tan real el sueño que al despertar, mi corazón se hallaba acelerado, con la boca seca. Y sí, era la madrugada de un 14 de febrero, día del amor y la amistad; –paradójico, ¿no?
En fin, no soy supersticioso ni mucho menos creo en los presagios apocalípticos. Empero, este sueño me hizo observar más detenidamente, el entorno en donde no sólo yo vivo, sino todos, creo; y he observado a una sociedad tan acelerada, tan invadida de materialismo, de falsos ideales, de exacerbada competencia, por un puesto, por una calificación, por un reconocimiento, por un todo imaginario…, tanta erudición estéril me enferma. Hay ante mí, sociedades posmodernas carentes de sentidos, de virtudes, de sentimientos clave para la construcción de una sociedad incluyente, respetuosa, multicultural, amistosa.
Pues cada una de las sociedades posmodernas, carece de la Amistad, si si, no dudo que no se tenga un concepto de la amistad y que cualquiera pueda llamar amigo a otro, sin embargo es sólo eso lo que tenemos; un concepto de un sentimiento que más allá de intentar sentirlo, lo tratamos de axiomatizar y creer que de esa manera todo ira mejor entre los humanos. Pero no se ha comprendido que la Amistad es una virtud que es el puente ontológico que junto con otros aspectos y virtudes, dan paso a la paz y al buen funcionamiento de las sociedades. La Amistad es también un elemento importante para toda ética, no por nada Aristóteles trata de la amistad en su Ética Nicomaquea.
Ahora bien, qué demonios es el Amor, pero a quién le importa saber que es el Amor, pues como sucede con la Amistad, toda definición de éste, va más allá de ésta. El amor es sin duda lo más grande que pueda existir, pues si es verdad que existe un dios, el amor lo rebasaría, dios sería una creación más del amor. Pues el amor, junto con la amistad son una virtud que van de la mano.
El amor y la amistad nos reintegran al mudo de la facticidad, al mundo mimético, al mundo de las pasiones y lo corpóreo; el amor,  valida el arte, como tal. Posibilita la construcción y la preservación de las sociedades. Por amor a uno y amistad al otro, sacrificamos nuestra libertad supuesta para poder salir del estado de naturaleza, pues anhelamos una sociedad cosmopolita, anhelamos a un otro que nos ame, así sin más, anhelamos a otro que nos acompañe a reír, que nos acompañe a llorar, pero sobre todo, que nos escuche. Es por ello que el ser amado y el amigo, se hallan tan cerca, pero tan lejos entre sí, pues dos amantes, por más sinceros que sean, pueden dejar de amarse, empero el amigo, en sentido fuerte, no el cómplice, no el que te busca cuando se le da la gana hacerlo, sino ese que se enamora de la persona a la que amas, y sin tapujos te lo dice y pese a toda la tempestad que pueda darse de ello, sigue allí siendo tu amigo, ese que no te deja mentir para cometer estupideces, ese del que te enamoraste perdidamente y que al enterarse, no se alejo de ti, sino por el contrario, te reiteró que por siempre sería tu amigo.
Amor y amistad, de la mano van siempre, son estos dos amantes los que dan vida y sentido a la vida. Pues primero se da la amistad entre iguales y no iguales, entre humanos y no humanos. Y luego el amor brota, cual geiser que lo empapa todo, pero no el amor de amantes, sino el de amigos; no eros, sino filia. Pues el amor de amantes es aún más complicado hacer que brote y empaparse de sus aguas.
Empero, hasta ahora he llegado a la conclusión de que Amor y Amistas, en tanto virtudes, no están allí para todos, sino para unos cuantos, pero, ¿para quienes?  No lo sé. Mas lo que sé es que lo que hoy en día se vende por doquier como amor y amistas, no es más que éter que evapora al paso de los días.  Sé también que quien en su poder tiene estas dos virtudes, si no las procura, no las cultiva, estas se difuminan como la aurora carmesí de todo amanecer.